Clavique D3

Clavique D3

La vitamina D es una vitamina liposoluble esencial para mantener la homeostasis del calcio, pero también es importante para la salud y bienestar en general. Mantener un estatus de vitamina D adecuado es importante para la función de los huesos y para la prevención de caídas que podrían ocasionar fracturas. Recientemente, también se ha relacionado el bajo estatus de vitamina D con condiciones como la hipertensión, altos niveles de colesterol y triglicéridos, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina y riesgo de diabetes, marcadores de inflamación elevados, aumento en el riesgo de eventos cardiovasculares, síndrome metabólico y enfermedad periodontal. Estas condiciones representan algunos de los principales problemas de salud a nivel mundial.

Básicamente hay dos tipos de vitamina D: la D3, o colecalciferol, y la vitamina D2, o ergocalciferol. La D3 es la principal fuente de esta vitamina en el organismo. Se sintetiza en la piel, por la acción de la luz ultravioleta (UVB) y también a través de la ingesta de algunos alimentos. Para que el cuerpo utilice adecuadamente la vitamina D3, el hígado debe convertirla en 25-OH-D3 (llamada calcifediol).

En cuanto a los suplementos de esta vitamina, están disponibles en las dos formas: D2 y D3 (la más habitual). Ambas aumentan la concentración en la sangre, pero la evidencia demuestra que la D3 la eleva más y por más tiempo. Así lo refleja un estudio publicado en Frontiers in Immunology en el que se analizaron las diferencias entre ambas formas y que también demostró, por un lado, que la vitamina D2 tiene un “impacto cuestionable” en la salud y, por otro, que la D3 podría equilibrar el sistema inmune, ayudando a fortalecer las defensas contra las infecciones bacterianas.

La vitamina D ha pasado de ser solo una vitamina, a ser una importante prohormona con múltiples efectos en diferentes tipos de tejidos y en diversos procesos fisiológicos. Su acción no solo está relacionada con el metabolismo mineral óseo y el equilibrio fosfocálcico, sino también con efectos importantes en múltiples tipos celulares y en diversos mecanismos tales como secreción y efecto de la insulina, función endotelial, regulación del sistema renina-angiotensina-aldosterona, control del ciclo celular y apoptosis, auto tolerancia inmunológica, y efectividad de la acción del sistema inmune ante las infecciones, entre muchos otros efectos. Por lo tanto, la deficiencia de vitamina D se relaciona no solo con raquitismo y osteomalacia, sino también con mayor riesgo de diabetes y de enfermedades cardiovasculares, oncológicas, infecciosas y autoinmunes. La prevalencia de la deficiencia de vitamina D es más alta de lo que tradicionalmente se ha considerado, inclusive en regiones tropicales donde hay mejor exposición solar. Esta deficiencia se está convirtiendo en una situación epidémica en aumento, aún no bien reconocida, con importantes implicaciones en la salud de la población, puesto que se asocia como factor de riesgo para múltiples enfermedades, como las anteriormente mencionadas, que en su conjunto constituyen la mayor carga de morbimortalidad a nivel mundial. Tanto la deficiencia como la insuficiencia de vitamina D, pueden presentarse en diversos países, a pesar de estar en zonas tórridas, debido a la coexistencia de factores de riesgo como exposición solar inadecuada, insuficiente ingesta de vitamina D, color oscuro de la piel, poca actividad al aire libre, obesidad, uso de algunos medicamentos y lactancia materna sin suplementación, entre otros. Por lo tanto, se deben tomar medidas efectivas para evitar y detectar oportunamente esta deficiencia, y de esta manera disminuir el riesgo de las diversas enfermedades que de ella podrían derivarse.

¿Podemos suplir el déficit de vitamina D con la alimentación?

Aunque la mayor parte de las necesidades de vitamina D se cubren a través de la síntesis por radiación, la dieta en casos de escasa insolación contribuye a limitar las situaciones de déficit. Sin embargo, esto no quiere decir que se consigan los niveles recomendados. De hecho, hay lugares en donde la ingesta de vitamina D a través de la dieta es pequeña y una gran parte de la población no alcanza las ingestas medias estimadas”.

En los niños pequeños suplementos de 400 UI al día son suficientes. En la población adulta, la alimentación usualmente no es suficiente para cubrir las ingestas recomendadas, por lo que en áreas con insuficiente insolación es recomendable ingerir algún suplemento bajo seguimiento médico.

La vitamina D3 es particularmente abundante en productos animales, concretamente en los pescados marinos grasos, como los arenques, el salmón o las sardinas. También se encuentra en aceites de hígado de pescado, como el de hígado de bacalao, además, los huevos, la carne bovina, la mantequilla y los aceites vegetales contienen pequeñas cantidades de vitamina D3, mientras que las plantas, las frutas y los frutos secos son muy pobres en esta vitamina.

Cantidad de vitamina D recomendada a distintas edades:

El Instituto Nacional de Salud Americano sugiere las siguientes dosis ajustadas a cada etapa de la vida y, aunque no existe un consenso global al respecto, sirve como guía:

  • Menores de 12 meses: 400 UI.
  • Niños de 1 a 13 años: 600 UI.
  • Adolescentes de 14 a 18 años: 600 UI.
  • Adultos de 19 a 70 años: 600 UI.
  • Personas mayores de 71 años: 800 UI.
  • Mujeres embarazadas y en período de lactancia:600 UI.
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